COMBATIR Y CONSTRUIR
«Una mano para combatir y una mano para construir»
«La crisis de la Iglesia es, sobre todo, de vocaciones, de entrega.
Ha llegado nuestra hora, laicos firmes y decididos, católicos, que en estos años nos hemos comprometido en dar razón de su fe y afirmar lo que ha enseñado la Iglesia durante dos mil años».
Tenemos por delante un trabajo de construcción, de recuperación del Magisterio de la Iglesia, de las razones de las verdades reveladas, de relatar las historias y los acontecimientos que manifiestan la belleza de vivir la novedad de Cristo.
Pobres Caballeros de Cristo, nuestras almas están llamadas a hacer frente a los enemigos de Dios y ser custodios de nuestra civilización cristiana.
Adelante no estáis solos.
Gerardo Francisco Fraile y Pérez-Cuadrado
Maestre OPCC
Cuando te llegue ese instante, sentirás y te sorprenderá la fuerza de la llamada de Dios en tu alma, que despertara en tu corazón un deseo de entrega, de dar la vida, de seguir a Cristo con pasión, que moverá fuerzas interiores que antes desconocías.
Servirle como Pobre Caballero de Cristo hará que rompamos los moldes y los prejuicios que nos encadenan.
Los hermanos de la antigua Orden, denominada vulgarmente como los "Templarios", fueron llamados a una entrega total, a dar la vida siguiendo la Cruz, a vivir al borde del abismo y ellos lo siguieron sin dudar.
Nos impresiona su amor y desprendimiento, que como religiosos y guerreros consagraron su vida a Dios por entero rompiendo con el camino que seguían hasta conocer su llamada renunciando a otras vidas, a otros caminos, a otros amores.
Fueron elegidos de entre los mejores hombres y se alistaron junto a Jesús en la Orden.
Rompiendo la lógica que seguían sus pasos hasta ese momento, dejándolo todo para estar más libres y correr tras Él.
Sorprendentemente permanecieron fieles en medio del desierto, aferrados al fuego de un amor que no conoce límites y que nunca se ha extinguido.
¿Cómo es posible una vocación tan extraña en este mundo actual que nos marca las tendencias a seguir y los únicos caminos posibles?
¿Qué sentido tiene ser un Pobre Caballero de Cristo en un mundo que vive de espaldas a Dios consagrado a lo más humano?
¿Es posible mantener nuestros tres votos en este mundo tan superficial?
Es evidente que esta llamada es una nota disonante en el concierto de la vida, un extraño grito que el ruido del mundo intenta ahogar.
Sigue siendo difícil creer en una vocación para siempre, en un sí fiel en medio de tantas infidelidades y caídas, cuando el honor parece algo del pasado.
¿Para qué sirve un Pobre Caballero de Cristo en este mundo que no lo necesita?
Nuestra Orden no es exactamente como la gente piensa o desea, y es porque a veces se quedan en la superficie de las cosas, en la pobre apariencia.
Se centran en la forma de escribir, de hablar, en nuestros talentos humanos.
En lo moderno o anticuado que somos en la forma de actuar.
En si nos gusta el mundo poco, nada o tal vez demasiado.
En si somos muy espirituales o muy de la tierra, muy elevados o muy del mundo.
Y eligen como en un mercado alguna autodenominada "orden” que creen más carismática o para saciar su sed “templaría”, que no religiosa.
Aunque intentemos trasmitir mejor, escuchar siempre o ser amables, ser un Caballero, como un padre, y no claudicar ante nada y ante nadie, seremos sometidos a un juicio riguroso, cada día, y si no cumplimos sus expectativas y creen que le hemos fallado, se sentirán defraudados y se alejarán buscando a otro, nos condenaran con su silencio, o con su juicio expresó,... el mercado sigue siendo amplio.
Por lo que debemos recordar que estar en la Orden no es en absoluto para ser admirados y seguidos por muchos por nuestro carisma, como si el éxito en todas nuestras empresas fuera a hacerlo todo.
Debemos de decirles que nuestra vida sin Él carece de sentido.
Cuando nació la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (OPCC) teníamos claro que nuestra razón de ser solo sería posible si poníamos todo de nuestra parte intentando cambiar la parte del mundo que nos tocaba con esfuerzo y alegría, con la ayuda De Dios.
Un “templario” sin Él es algo vacío.
¿Para qué sirve hoy un Pobre Caballero de Cristo?
Nos preguntan y debemos preguntarnos.
Y solo podremos responder con humildad para que puedan ver esa luz que no es nuestra, que brilla en medio de la tormenta, la de Jesús en nuestra alma, que nos llama y nos pide lo imposible.
Gerardo Francisco Fraile y Pérez-Cuadrado
Maestre